El experto Antonio López Ríos reflexiona sobre el potencial y beneficios que aporta la metodología BIM para las organizaciones dado su carácter innovador, digital, transparente y de trabajo colaborativo. Nos acerca esta realidad fuera de nuestras fronteras, la visión que se tiene en otros países europeos y lo avanzado de su implantación en todos los estamentos, administraciones públicas y empresas.
¿Cuándo fue la última vez que utilizó una cabina telefónica? ¿Y la que compró su billete de avión en una agencia de viajes? ¿Y la última vez que hizo un proyecto de construcción en CAD…? Yo en 2012. Aunque parezca sorprendente, en el 2022 todavía existen cabinas telefónicas en algunos lugares del mundo. Y aunque también resulte sorprendente, todavía hay gente que se cuestiona si dejar de trabajar en CAD para pasar al BIM merece la pena. En los tiempos que corren y aún por una buena temporada, los “homo-CAD y los “homo-BIM” convivirán. Los primeros tardarán en desaparecer y sus expectativas de supervivencia vendrán dadas por los recursos del ecosistema, que la hagan más o menos factible.
El CAD (Diseño Asistido por Computadora), como metodología de trabajo, está llamado a quedar obsoleto -como las cabinas telefónicas- y a ser remplazados por nuevas herramientas BIM que forman parte de un entorno digital basado en el uso de los “datos”. La metodología de trabajo BIM (Modelado de la Información del “Building” -o edificio, en español-) es la evolución natural del CAD. El BIM se basa en la representación, vía una maqueta virtual en 3 dimensiones, de un elemento de construcción (edificio o infraestructura) que contiene datos relativos a dicho elemento (identificación, localización, materialidad, etc.) y es utilizado por todos los actores de un proyecto para colaborar en un entorno de trabajo digital.
Si echamos una mirada a nivel internacional, entenderemos rápidamente que trabajar en CAD tiene los días contados. Se trata realmente de una condición sine qua non para sobrevivir en el sector de la construcción. “Si no trabaja en BIM, no queremos trabajar con usted, nos hace perder el tiempo a todos”. Esta es una frase cada vez más habitual. En países como Singapur, Noruega, Dinamarca, Francia, Suiza, Luxemburgo, Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, etc., el BIM tiene hoy en día una presencia más importante que en España. Dinamarca, por ejemplo, comenzó a solicitar el uso del BIM en licitaciones públicas en 2007 y desde el 2000 aproximadamente comenzaron a formar las futuras generaciones en las universidades. Pero ¿por qué se ha mostrado tanto interés en el BIM y qué es lo que aporta como mejora al sector? Hagamos un recorrido por las aplicaciones del BIM (los llamados “casos de uso BIM”):
Durante el proceso de diseño y ejecución, la maqueta BIM sirve para producir los planos 2D y sobre todo para generar una representación virtual de un proyecto que permite comprehender y comunicarse en un entorno más colaborativo. Además, podemos coordinar el proyecto (instalaciones, estructura, arquitectura, etc.) antes de poner la primera piedra en la obra. También se puede hacer simulaciones del proceso de construcción (4D), analizar la logística de obra o verificar los elementos de seguridad. La maqueta BIM permite además hacer una gestión económica precisa porque sirve para medir y cuantificar (5D).
Durante la fase de ejecución, la maqueta BIM se utiliza para comunicar visualmente con los equipos de obra. Por otro lado, los escáneres 3D realizan un levantamiento digital de la obra que permite hacer un seguimiento de ésta comparando el modelo BIM con la “nube de puntos”. El objetivo es corregir las desviaciones geométricas y replanificar la obra según las desviaciones temporales (plazos de ejecución planteados en las simulaciones 4D al inicio de la obra). La maqueta BIM se usa también para indicar las incidencias de obra y hacer su seguimiento.
La industrialización y la robotización están presentes también en el sector de la construcción a diferentes escalas: desde grandes impresoras 3D de hormigón hasta robots más pequeños que efectúan tareas más concretas a partir de las maquetas BIM. La prefabricación que ya existía antes del BIM se ve facilitada y potenciada gracias a él: desde elementos simples (fachadas o escaleras) hasta elementos compuestos (baños, que vienen de una pieza o casas prefabricadas). Estos son sin duda ejes hacia una mejora con respecto a la calidad, la economía y la sostenibilidad.
La maqueta BIM, gana más valor cuando es utilizada para la gestión y mantenimiento de edificios (7D). Y esto motiva a los promotores, pues se pueden ahorrar un 20-30% del presupuesto de explotación. A la escala de una institución pública, que tiene muchos activos inmobiliarios, semejante ahorro le permitiría hacer una mejor gestión de los presupuestos públicos. Este es uno de los argumentos principales que motivó a la Unión Europea a crear directivas que obliguen la entrega de una maqueta BIM al final de la obra. Sin embargo, la realidad es que no siempre existe un plan organizado, ni las personas cualificadas para ejecutar el mantenimiento basado en la maqueta BIM, ni para enunciar las necesidades técnicas (muchos pliegos de condiciones están mal redactados), ni tampoco para recibir y verificar la calidad de las maquetas BIM al final de la obra. Esta es una de las variables del ecosistema actual que hacen aún posible la supervivencia del CAD frente al BIM, y es que en realidad la “obligatoriedad” es aún “opcional”.
Para ayudar al mantenimiento digitalizado de los edificios aparecen los “smart buildings” (edificios inteligentes o edificios conectados) y para las ciudades, las “smart cities” (las ciudades inteligentes o conectadas) así como el concepto de “Gemelos digitales”. Éstos, junto con la utilización del CIM (Modelización de la Información de la Ciudad) y el LIM (Modelización de la Información del “Landscape” o paisaje) se perfilan como una de las herramientas de mejoraras de economía, sostenibilidad y de la calidad de vida de las personas.
El BIM también participa en la transformación hacia la economía digital en la que toma un protagonismo el trabajo remoto que permite deslocalizar servicios y que ciertos profesionales puedan tener acceso a una bolsa de trabajo internacional. Y no podemos olvidarnos del “Metaverso”, aún un “indefinido” que podría ser un protagonista de la economía digital de la próxima década.
Si ahora volvemos de este mundo de ciencia ficción (para algunos) a la realidad y a la cotidianidad de cada día, usted podría pensar: “todo eso está muy bien, pero yo tengo que hacer los planos de mi próximo proyecto y voy mal de tiempo como para ponerme con el BIM”. Nunca será el buen momento, pero antes de volver a su trabajo piense que la cabina fue remplazada por un aparato que hacía llamadas y hoy en día puede usarlo para reservar sus próximas vacaciones (en vez de ir a una agencia de viaje). Las cabinas de teléfono ya no tienen razón de existir ¿Y el “homo-CAD”, hasta cuándo sobrevivirá?
La pregunta ya no es ¿BIM o no BIM?, sino ¿cuándo, cómo? Ya vamos con retraso…
* Esta entrada al blog es una aportación del CIDE Digital de la Fundación Laboral de la Construcción de Las Palmas, de la mano de Antonio López Ríos, arquitecto y BIM Manager en Suiza y Canarias.