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¿CÓMO MEDIR Y VALORIZAR MI PROYECTO DE INNOVACIÓN?

Hemos hecho referencia a la evaluación de riesgos a la hora de decidir cuál es la mejor idea para innovar en nuestro negocio y también a la hora de poner en marcha el proyecto. Hablamos de medir, y eso también tiene su propia metodología.

La importancia de medir

Antes de embarcarnos en cualquier proyecto de innovación que suponga un riesgo económico, es imprescindible medir y valorizar la idea. Y cuando éstas llegan para ser evaluadas, han de cumplir con ciertos criterios. Criterios claros y objetivos que nos permitan simplificar la teoría para llevarla a la práctica de forma ágil y sin errores.

En este sentido, es imprescindible que recordemos y tengamos claras las tres fases por las que debe pasar una idea antes de ser llevada a la práctica. Estas fases son las siguientes:

  • Lluvia de ideas

Apuntaremos cualquier cosa que se nos pase por la mente. Hasta la que nos parezca más insignificante.

  • Filtro de ideas

Seleccionaremos las ideas con más potencial y, si es necesario, desarrollaremos prototipos y/o productos para analizarlos antes de su posible comercialización.

  • Lanzamiento de producto o servicio

Una vez tengamos decidido cuál es el producto o servicio por el que vamos a apostar, lo lanzaremos al mercado.

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Ejemplos de indicadores

Además de tener claras estas tres fases e identificar en cuál de ellas nos encontramos en todo momento, para garantizar el éxito de nuestra idea es imprescindible comprobar que cumple con unos indicadores que miden y evalúan su nivel de innovación. Según el ‘Manual de la Creatividad’ de Ricardo Marín y Saturnino de la Torre, esos indicadores serían los siguientes:

  • La originalidad: Integra el concepto de innovación valiosa, única e irrepetible, sin precedentes, implica diferencia, que además de sorprender contenga valores nuevos.
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  • La flexibilidad: Se opone a la rigidez, a la inmovilidad, a la capacidad de modificar comportamientos, actitudes o puntos de vista.
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  • La productividad o fluidez: Es cuando hay una gran cantidad de respuestas, de soluciones por parte del sujeto.
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  • La elaboración: Es una característica que se observa muy bien en la pintura clásica, donde se ha cuidado hasta el más mínimo detalle y nada es improvisado.
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  • El análisis: Es la capacidad de descomponer mentalmente una realidad en sus partes, permite profundizar y entenderla mejor a partir de sus aspectos o componentes fundamentales.
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  • La síntesis: Es la capacidad de resumir esquemáticamente con escasos elementos cuando aparecen constructores creativos complejos y es una función mental que está en todas las personas, pero que en creatividad está relacionada con la organización de múltiples elementos para que formen un todo capaz de alcanzar una finalidad valiosa.
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  • La apertura mental: Este rasgo está emparentado con la flexibilidad y algunos la incluyen en ella. Significa que el sujeto está abierto a esperar cualquier solución, a profundizar sin fin, preguntar sin descanso “por qué” o “para qué”. Está relacionada con la insatisfacción con lo logrado, en una separación de lo ideal con lo real.
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  • La comunicación: Es la capacidad de llevar un mensaje convincente a otros, de transmitirlo y expresarse. El proceso suele anticiparse a lo que otros piensan, sienten y no han alcanzado a formular un tema.
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  • La sensibilidad para los problemas: La única manera de superar una situación es descubrir sus fallos, no negar la posibilidad del error, tener la voluntad de descubrir si hay problemas.
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  • La redefinición: Es la capacidad de encontrar usos, funciones, aplicaciones diferentes de las habituales. Por ejemplo, un periódico puede servir para cubrir ventanas rotas o proteger el suelo de la pintura. Así́ se amplía el abanico de uso de los objetos para resolver problemas para los cuales no están diseñados y así́ se agiliza el trato con la realidad.
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  • El nivel de inventiva: Es una conjunción de varios rasgos. Los inventores patentan numerosos objetos que van desde productos comerciables que a veces significan grandes aportes a la sociedad, hasta cosas triviales, lúdicas, que por costos de producción no llegan al circuito comercial. Los criterios son variados y no siempre es fácil distinguir cuándo algo es una innovación o una leve modificación de algo previo.

Es imprescindible que antes de lanzarnos al mercado para explotar los resultados obtenidos, registremos y repasemos lo aprendido con el fin de minimizar la tasa de fracaso. En este sentido, además de repasar y seguir los indicadores de medición y evaluación, tenemos que hacernos una pregunta muy sencilla: ¿hay alguien dispuesto a pagar por nuestro producto o servicio?

¿Cómo te podemos ayudar en la Red CIDE?

Desde la Red CIDE te orientaremos sobre cuáles son indicadores más adecuados a usar según tu idea de innovación y te asesoraremos durante todo el proceso, resolviendo cualquier duda que pueda surgir y fijando reuniones periódicas para analizar el proyecto creativo en cada una de las fases en la que nos encontremos.

 

 

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