Fuente: El País

Para que un producto llegue a su destino, se ha de poner en marcha una cadena de suministro bien engrasada que no funcionaría sin las operaciones logísticas que permiten la comunicación entre sus diferentes eslabones y el transporte eficiente de los productos. Pero a la logística como pieza clave de la organización de las empresas se le ha unido algo urgente: que sea sostenible para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) procedentes de esta actividad y poder así cumplir con el objetivo de neutralidad climática –el balance entre las emisiones y las absorciones de gases de efecto invernadero sea cero– establecido en el Acuerdo de París de 2015.