Fuente: La Vanguardia

Albert Icart (31) decidió emprender en la industria hace un par de años. Apenas tenía experiencia en este sector. Venía de la empresa familiar, que estaba especializada en el sector de las mascotas, y se le ocurrió fabricar un aparato para administrar comida saludable a animales de compañía, imitando el estilo de una máquina Nespresso. “Me alié con dos socios, Marta Arisa y Albert Homs, pero ninguno de los tres tenía experiencia industrial”. Icart recuerda que tuvieron que recurrir a empresas externas de ingeniería y después convencer a fondos de inversión, la tarea más ardua de todas. “En España, hemos visto que el capital riesgo está más familiarizado con empresas de software que con empresas de hardware. Los fondos están acostumbrados a invertir en plataformas que ya tienen el producto listo y validado. En cambio, las compañías industriales necesitamos el dinero para elaborar el prototipo y después testearlo en el mercado”.