Fuente: El País

La pandemia está teniendo un efecto inesperado: muchas ciudades están quitando espacio al coche para dárselo a la bicicleta, un medio de transporte que reduce la contaminación y favorece una movilidad saludable, activa y segura frente al virus. Las urbes que ya promovían esta idea en los últimos años han aprovechado la coyuntura para acelerar su transformación a través de carriles bici temporales —hechos sin grandes costes con pintura o conos—: es el caso de París, la ciudad cuya rápida transformación asombra en Europa, o de Bogotá, que ha doblado el porcentaje de ciclistas con 80 kilómetros de ciclovías adicionales. En cambio, otras no han hecho más que cambios cosméticos o insuficientes. “Cualquier infraestructura ciclista es una buena solución para hacer que la gente se mueva en bici de manera sostenible. Si pones carriles bici, la gente los usará. Ha hecho falta una pandemia para que muchas ciudades empezaran a pensar en la bicicleta”, dice Mikael Colville-Andersen, experto en urbanismo sostenible.