Fuente: La Vanguardia

La pandemia ha borrado de un plumazo las imágenes de playas abarrotadas y de jóvenes europeos cometiendo excesos en el litoral español. Desde hace un año predominan en cambio los hoteles y arenales a medio gas, con excepciones puntuales, mientras el turismo rural vive una explosión de demanda a la mínima que se relajan las restricciones. La crisis de la covid ha acelerado una de las grandes tendencias que se venían gestando en el negocio turístico: la creciente preferencia por entornos menos masificados y experiencias integrales –culturales, gastronómicas...–. Un proceso que amenaza a los grandes centros tradicionales de sol y playa y por ende a la economía del país. Y es que la actividad turística del litoral de Catalunya, Baleares, Comunitat Valenciana, Murcia, Andalucía y Canarias generó en el 2019 un negocio de 108.000 millones de euros y 1,6 millones de puestos de trabajo, lo que representa el 70,5% de todo el PIB turístico ese año.