Fuente: ABC

La Unión Europea y los más relevantes organismo internacionales, como Naciones Unidas y el Banco Mundial, han virado su mirada hacia nuestros mares y océanos. Son todo un universo de riqueza por descubrir. Uno de los motores que impulsarán el rumbo de una nueva economía tras la pandemia, que navegará hacia un futuro sostenible, descarbonizado y libre de emisiones, y donde existirá un reparto más equitativo de la riqueza. Generarán corrientes de innovación, mayores y más eficientes niveles de crecimiento económico, serán caladeros de empleo —además de calidad— y grandes bancos para que se desarrolle el emprendimiento. Ya hay ciencia y tecnología suficiente para ello. Las oportunidades de negocio que se abren son tan infinitas como el horizonte que dibujan nuestros océanos. Porque de las ya tradicionales actividades que todos conocemos como la pesca, la construcción naval, el transporte marítimo, la desalinización e incluso el turismo costero, emergen sectores innovadores como la acuicultura, las energías renovables (la eólica marina), la biotecnología (con usos medicinales, en cosmética y alimentación) y los minerales marinos, entre otros ejemplos. El potencial de la economía azul es tan sugerente como el nombre que recibe.