Fuente; El País

Doña Enriqueta Romero, de 78 años, activó su propio estado de alarma dos días antes del oficial. Cerró la pensión que regenta en la pequeña isla de La Graciosa (Canarias) el 12 de marzo. Las 12 habitaciones de la única posada del pueblo permanecen vacías. Como las de la mayoría de hoteles en España. La diferencia es que ninguno de los más de 700 vecinos ha presentado síntomas de coronavirus. A pesar de estar a más de 1.500 kilómetros de Madrid, este territorio sigue con las mismas medidas de confinamiento. Si bien no se han realizado pruebas durante el encierro, Lluís Serra Majem, portavoz del comité científico que asesora al Gobierno canario lo deja claro: “Si La Graciosa tuvo en su momento un caso asintomático, actualmente ya no será contagioso”. Esta localidad se ha convertido así en la opción del archipiélago para iniciar un “desconfinamiento insular y paulatino”.